Para los cabalístas el mundo que conocemos y los seres que lo habitan se generan a partir de una tríada de vibraciones o energías fundamentales, suerte de evento primordial surgido de la nada. La idea es que a partir de ellas pueden engendrarse todas las demás vibraciones en un proceso de combinación y recombinación que conduce a la multiplicidad derivada del proceso de formación. El nombre hebreo, traducción y valor numérico asociado de estas tres letras madre, es el siguiente:
- Alef: aire (1)
- Shin: fuego (300)
- Mem: agua (40)
Para mi, el equivalente en química de estas 3 letras madres son los átomos de los elementos químicos: carbono, nitrógeno y oxígeno. Son como los 3 aspectos de la Trimurti del hinduismo, las 3 Gunas del Yoga o la Santísima Trinidad del cristianismo. El agua y el fuego son los principios complementarios de cuyo balance armónico surge Kundalini. Lo mismo que cuando se produce el encuentro o encaje entre el Padre y el Hijo se eleva el Espíritu Santo. O cuando se cancela Tamas con Rajas, se despliega el Pico de la Montaña de la Luz sobre Sattwa.
A partir de las 3 letras madre surgen las 7 letras simples en correspondencia con los 7 chakras. A partir de las 7 letras simples surgen las 12 letras dobles en correspondencia con los 12 signos del zodíaco...y los 12 pares de nervios craneales.
Podemos ver una correspondencia entre los 3 círculos concéntricos en los que se reparten estas 22 letras-energías-vibraciones-inteligencias primordiales con los cerebros reptiliano, límbico y neocórtex de un ser humano.
Son como los (21) aminoácidos esenciales a partir de los cuales se sintetizan los cientos de miles de proteinas que nuestro cuerpo necesita para erigirse (multiplicidad) o las letras del abecedario a partir de las cuales creamos un lenguaje con asimismo cientos de miles de palabras.
Para mi, en cada una de las formas de estos patrones fundamentales está la información del rasgo que aporta a la estructura que con ellos se pueden crear. De la proporción y seqüencia en que se combinen dependerá la forma y la información de la estructura que creen y su función dentro de la totalidad.
Un organismo humano no puede ser completo a no ser que obtenga los nutrientes que le aporten todos los aminoácidos esenciales. Un ser que inicia la senda espiritual no puede ser completo sino desvela e incorpora las verdades esenciales que se ocultan tras el velo de los 32 senderos de sabiduría cabalísticos compuestos por las 22 letras consonantes del alfabeto hebreo y los 10 números que dieron lugar a nuestro sistema de numeración decimal y que se asignan a sendas esferas o sephirots, de suerte que unas con otros guardan una mágica y misteriosa relación que puede verse ensamblada en una estructura de belleza sin igual y cuyos secretos solamente pueden ser desvelados por revelación al ser considerado como un oráculo: el Árbol de la Vida del Bien y del Mal.